Metaverso o ¿La nueva normalidad del amor, el sexo y la amistad?

A propósito del transcurrir del mes del amor y la amistad, asunto que es tan vital como relevante en nuestras vidas humanas, no deja de asombrarnos cómo en la actualidad las tecnologías influyen tanto en nuestros modos de relacionarnos, enamorarnos, tener sexo, buscar amistades y hacer match con otras personas.  

Encontrar el amor, la amistad o el sexo están cada vez más a un clic de distancia y es cada vez más naturalizado en nuestra era digital. Las aplicaciones de citas y las redes sociales están desempeñando un papel fundamental en el comportamiento social.

Hay un antes y un después de la pandemia en cuanto a los modos de relacionarnos. El confinamiento por el Covid-19 impulsó a las personas a experimentar aún más con juegos en línea, citas a través de videollamadas y, desde luego, a muchas reuniones virtuales amorosas, familiares, de trabajo, etc. Sin embargo, la distancia nos demostró que aún existen oportunidades sin explorar para las tecnologías enfocadas en las relaciones y en cómo crear conexiones virtuales más significativas.

Posiblemente en algunos años el dicho dirá “el amor está en el metaverso”: el amor ya se habrá trasladado a la red y a la realidad virtual. Y es que, en la actualidad, ya existen las tecnologías inmersivas y la industria de la tecnología sexual (sex-tech).

A medida que avanza la conectividad y el procesamiento de gráficos con soluciones como 5G, junto a una mayor oferta de hardware y software, se verá una adopción más generalizada de la realidad virtual.

Por poner ejemplos, ya existe una la realidad virtual inmersiva y se dice que pasar tiempo con otra persona en realidad virtual, podría convertirse en una experiencia tan placentera como lo es en persona. Pero lo interesante es que con una realidad virtual realmente inmersiva (que es lo que promete el metaverso) se puede escuchar la voz de una persona con audio 360 y los sensores de movimiento permiten sentir la presencia de la persona como si estuvieran en la misma habitación.

En este sentido, el desarrollo de la tecnología háptica jugará un papel muy importante para ampliar las posibilidades de interactuar y construir relaciones virtuales emocionalmente más cercanas y que se irán sintiendo cada día más reales.

En el futuro, el desarrollo de interfaces hápticas se centrará en trajes con sensores incorporados que proporcionarán un tipo de tacto digital para sentir cuando abrazas o tomas la mano del avatar de otra persona en el metaverso.

Como ejemplos, ya se tiene la teledildónica que es el término que se refiere a desarrollar juguetes sexuales que pueden ser controlados a distancia a través de internet o bluetooth y que la pareja puede controlar. Durante el aislamiento, estos dispositivos se volvieron muy populares, porque permiten a las parejas explorar su sexualidad en un entorno mucho más seguro, privado y en tiempo real. Si bien esta tendencia tiene sus orígenes desde los años 90, estos dispositivos han estado evolucionando rápidamente para modernizar las experiencias de placer sexual.

Como ejemplo, tenemos el Handy que es un juguete sexual para hombres que se puede controlar de forma remota con un teléfono inteligente o una computadora y aprovechar la realidad virtual sincronizada para imitar el movimiento que ocurre en la pantalla, brindando una sensación más placentera e inmersiva a larga distancia.

Además de todo lo anterior, los NFT son ya claves en la economía digital del metaverso y jugarán un papel muy importante en estos temas de realidad virtual, para crear vestuarios, accesorios e incluso características físicas para los avatares.

Una vez que la tecnología alcance su madurez y crezca la adopción de estos nuevos lenguajes del amor, las experiencias compartidas en mundos virtuales serán más íntimas y profundas, así como quizás cada vez más normales; aunque esto a su vez traiga nuevos dilemas éticos.

De lo que no hay duda, es que la realidad virtual y el metaverso ya podrán comenzar a ser nombradas como la nueva normalidad para el romance, la amistad y el sexo.

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